No se puede poseer el misterio
Es llamativa la cantidad de versiones que existen de este
poema, inacabable en sí mismo. Incluso la cantidad de variantes que yo misma me
propuse sin poder descartar ninguna, y la eterna insatisfacción… La
decimotercera atrae como un pulpo, tienta saber, acercarse lo más posible para
verle la cara y tal vez coquetearle un poco. Tan cerca como sería posible que
nos soplen la llama del farol hasta la total oscuridad, en el límite infinito
de la salvación. Tientan las jóvenes vírgenes santas y puras que dan a luz los
deseos de otras o caminan con su cruz en inacabable martirio. Y el poema vive.
Artémis
La Treizième revient...
C'est encor la première ;
Et c'est toujours la Seule,
- ou c'est le seul moment :
Car es-tu Reine, ô Toi! la
première ou dernière ?
Es-tu Roi, toi le seul ou le
dernier amant ? ...
Aimez qui vous aima du
berceau dans la bière ;
Celle que j'aimai seul
m'aime encor tendrement :
C'est la Mort - ou la
Morte... Ô délice ! ô tourment !
La rose qu'elle tient, c'est
la Rose trémière.
Sainte napolitaine aux mains
pleines de feux,
Rose au cœur violet, fleur
de sainte Gudule,
As-tu trouvé ta Croix dans
le désert des cieux ?
Roses blanches, tombez !
vous insultez nos Dieux,
Tombez, fantômes blancs, de
votre ciel qui brûle :
- La sainte de l'abîme est
plus sainte à mes yeux !
Artemisa
De nuevo la Trece… Es también
la primera;
Y siempre la Única, - o el momento señero:
Pues tú Reina, oh Tú, ¿eres la
primera o la última?
¿Eres tú Rey, tú el único o
el último amante?...
Ama a quien te amó desde la
cuna en andas;
La que yo solo amaba me ama
aun tiernamente:
Es la Muerte –o la Muerta…
¡Oh delicia, oh tormento!
La rosa que ella lleva, es la
Malvarrosa.
Santa napolitana de manos en
llamas,
Rosa de corazón violáceo,
flor de santa Gúdula,
¿Encontraste tu cruz en el
desierto de los cielos?
Rosas blancas, ¡caigan!
Insultan a nuestros Dioses,
Caigan, blancos fantasmas,
de vuestro cielo que arde:
-La santa del abismo ¡es más
santa a mis ojos!