Les fous de Bassan (fragmento)
En aquél tiempo…
Irene,
mi mujer, nacida Macdonald, es estéril.
En otros
lugares, bajo otras leyes, ya la habría repudiado a la vista de todos como una
criatura inservible.
Les digo, hermanos, que el tiempo
pasa rápido. De ahí, que los que tienen mujer sean como si no la tuvieran.
Ella duerme
contra mí, en la cama grande, como un pez muerto, su vida fría de pez, su ojo
de pez, bajo el párpado sin pestañas, su olor a pescado cuando me obstino en
buscar entre sus muslos el hijo y el placer.
Grandes
pájaros migratorios, en compacta formación, sobrevuelan Griffin Creek, proyectan
su negra sombra sobre la casa parroquial. Oigo ladridos lejanos, toda una
jauría celestial que se aleja en la noche.
¿Otra vez voy a inmiscuirme en mi pecado? Confesar que contra el cuerpo dormido de
Irene, mi vestimenta eclesiástica, apenas ordenada sobre una silla, al pie de
la cama, tanteo en secreto el peso leve, la forma delicada de los pequeños
Atkins?